La odisea de K
Esta semana hemos terminado un trabajo en el domicilio de un cliente al que llamaremos K.
K vive en una calle muy ruidosa de Zaragoza, y se cambió las ventanas viejas de madera por unas ventanas de PVC con una empresa de ventanas de la ciudad, hace apenas cuatro años. A esta empresa la llamaremos Z.
Lo que no sabía K es que hay calidades en las ventanas. Y el error que cometió K fue no comparar las calidades (los ensayos de las ventanas) entre los presupuestos que solicitó.
El resultado fue que las ventanas nuevas le aislaban menos que las ventanas que acababa de instalar con la empresa Z. Más ruido, más aire, más calor… El aislamiento brillaba por su ausencia…
Cuatro años después, K pidió ayuda a Ventanas Castelló y, lamentablemente, no pudimos hacer nada: las ventanas de PVC que le habían instalado eran de una calidad irrisoria. K entonces nos preguntó por la solución y nos dijo que estaba dispuesta a volver a cambiar las ventanas.
Esta semana hemos terminado el trabajo en el domicilio de K. Hemos instalado nuestra ventana de PVC con el máximo aislamiento acústico y térmico que podemos ofrecer, y aunque K ha gastado dos veces en estos cuatro años, esta vez K ha quedado satisfecho e incluso nos ha felicitado por el resultado.
No queremos hacer una moraleja de esta historia (sería muy fácil). Pero esperamos que este post sirva para que no haya otra persona a la que le suceda lo mismo que a K.
Nuestro consejo siempre es el mismo a la hora de cambiar las ventanas: es fundamental ir a las distintas tiendas y ver las ventanas in situ. No dedicarse a mandar correos o pedir presupuestos por WhatsApp. Las calidades son tan variadas como los modelos de ventana: perfilería, herraje, vidrios, cajón de persiana… Todo es importante y por todas estas partes se puede perder el aislamiento. Hemos llegado a ver, incluso, buenas ventanas mal instaladas.
Nuestro deseo para el año que viene es no volver a tener otro caso como el de K, aunque ahora ya puede dormir por las noches…